Los “Ángeles desprevenidos” desembarcan en Los Ángeles
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Si una región en el mundo puede asemejarse a Babel, ésa es el Estado de California, en el oeste de Estados Unidos. La población de California es una de las más diversas del planeta
Ninguna raza o grupo étnico constituye una mayoría de la población de California: 39 por ciento de los residentes del Estado son latinos, 38 por ciento son blancos, 14 por ciento son asiático-americanos, 6 por ciento afroamericanos, 3 por ciento multirraciales, y menos de uno por ciento nativos americanos o de las islas del Pacífico, de acuerdo a la Encuesta de la Comunidad Americana del 2015.
En el 2015 los latinos superaron a los blancos como el grupo étnico individual más grande del estado. Y en la ciudad de Los Ángeles –la segunda ciudad más poblada de Estados Unidos– es donde se concentra el mayor número de migrantes de California.
Ciudad de inmigrantes y refugiados
Por ello, la réplica de la escultura que se encuentra en el Vaticano, “Ángeles desprevenidos”, no pudo encontrar mejor primera estancia que en la plaza de la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles, en el corazón de la urbe californiana.
Este conjunto escultórico de bronce, fruto de la inspiración y el trabajo del escultor canadiense Timothy Schmalz, de 6.5 metros de largo por cuatro metros de altura y 3.8 toneladas de peso, que muestra un grupo de personas apiñadas sobre una balsa, intenta comprender el drama humano de las migraciones y el de los refugiados.
El arzobispo José H. Gómez –el mismo inmigrante a Estados Unidos (es de origen mexicano) dijo al portal de la arquidiócesis, Ángelus, que Los Ángeles es un hogar para todas las personas, “tenemos hombres y mujeres de todas las razas, idiomas y nacionalidades viviendo aquí”.
Y abundó: “Somos una ciudad de inmigrantes, ciertamente. Pero lo que mucha gente olvida es que también tenemos una larga historia como ciudad de refugio para las personas que huyen de la violencia y la inestabilidad en sus países de origen”.
Una escultura ejemplar
El grupo escultórico fue dado a conocer el 29 de septiembre de 2019, en la Plaza de San Pedro para conmemorar una jornada más del Migrante y del Refugiado, que tanto han marcado el interés y la atención del Papa Francisco.
El pontífice ha insistido en volver visible el drama de los más de 80 millones de personas desplazadas –migrantes y refugiados– que al día de hoy cuenta la ACNUR. Independientemente de que uno por ciento de la población se encuentra desplazada, esto deja “indiferente” al resto del mundo.
La escultura “Ángeles desprevenidos” viene a ser un recordatorio de que son personas que sufren y que tienen que buscar nuevos horizontes, aunque, a menudo “se les mira con desprecio y se les considera la fuente de todos los males de la sociedad». Ello no obstante, el 80 por ciento de las personas desplazadas en el mundo viven en países o territorios afectados por la falta de alimentación y la desnutrición.
¿Cómo se fraguó la idea?
Fue el principal asesor del Papa en temas de inmigración, el cardenal canadiense Michael Czerny ( hijo de checos emigrados), subsecretario de la Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral del Vaticano, quien originalmente se acercó a su compatriota Schmalz para pedirle una escultura.
Lo hizo interpretando –según confesó a Ángelus– la “fuerte insistencia del Papa Francisco… de recordar a los excluidos, desatendidos, desechados, los pobres y los marginados que ocupan la periferia de la sociedad”.
Por ello y por ser un escultor católico, el cardenal Czerny le pidió a Schmalz el conjunto escultórico. Éste último es autor de la famosa escultura “Jesús sin hogar” y se ha ocupado de los marginados. “[El cardenal Czerny] dijo: ‘Necesito una escultura, Tim’. Le respondí que ya tengo muchas esculturas. Dijo: ‘No, no, algo nuevo’, y luego explicó sobre la idea de la migración. En ese momento, lo entendí. Dejé todo y volví al estudio», expresó Schmalz.
Una petición bíblica
«La idea simplemente cayó en mi regazo», recordó el escultor quien basándose en Hebreos 13: 2: «No dejéis de mostrar hospitalidad a los extraños, porque por ello algunos han hospedado a ángeles sin saberlo», comenzó a trabajar en el conjunto que finalmente se presentó en el Vaticano y ahora su réplica se muestra en Los Ángeles.
Son 140 personajes situados por encima de la frágil balsa –como en esa “pateras” que cruzan el Mediterráneo—de las que, en medio de ellas surgen un par de alas de ángel. No pertenecen esas alas a ninguno de los que cruzan de un lugar a otro sino que el mensaje es que todos somos hijos del mismo Padre.
«Esta es un arma de casi siete metros para desafiar la insensibilidad de la gente hacia sus hermanos, hacia los extraños», señaló Schmalz. “Es un desafío a todo ese odio que surge de definir a alguien como *el otro*”. El artista canadiense le dijo a Ángelus que la escultura era, para él, una “homilía visual”.
Una homilía que interpela y que intenta que el mundo salga de su indiferencia hacia los millones de desplazados que hoy mal viven entre nosotros. Muchos de ellos en Los Ángeles. Y también pueden ser ángeles desprevenidos, tomados por la fuerza de la injusticia y arrastrados por el dolor de la incomprensión.
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