Sí, importa cómo te vistes

Dicen que no se puede juzgar a un libro por su portada y cada vez se lucha más, para bien o para mal, para que haya más libertades y menos señalamientos a las personas por sus elecciones a la hora de vestirse, peinarse o escoger sus accesorios.

Pero lo cierto es que tampoco se puede negar que la moda, desde su concepción, ha sido una herramienta de comunicación visual muy poderosa. Por eso, nos guste o no, sigue siendo un fenómeno social y, cómo nos vestimos, influye en las percepciones que otros se hacen de nosotros, pero incluso, y quizá hasta más importante, puede hablarnos de cómo nos vemos o juzgamos a nosotros mismos. Como bien decía el novelista, diseñador y director de cine francés Jean Cocteau: “El estilo es una forma de decir cosas complicadas”.

No importa si sigues la última tendencia o si llevas una marca de lujo o no, en el fondo, lo que verdaderamente tiene relevancia, es que la manera en que te vistes habla de cómo tú misma(o) te percibes y eso a su vez causa otra reacción en los demás.

Hay un libro muy interesante al que llegué gracias a una compañera de Aleteia Italia donde una psicoterapeuta, llamada Gaia Vincenzi, analiza ciertos aspectos del acto del vestir. Se titula L’abito non mente. Il ruolo dell abbigliamento nel definire chi siamo, cosa facciamo e come pensiamo («La vestimenta no miente. Las reglas de la vestimenta para definir quiénes somos, qué hacemos y cómo pensamos») y justamente analiza la moda como terapia.

mirror
Shutterstock-g-stockstudio

Y no se trata de salir de compras compulsivas cuando nos sentimos tristes, sino cómo el atuendo que escogemos cada día puede reflejar nuestro humor o emociones, cambiarlo o, nos guste o no, así sea un prejuicio, puede hacer que una persona se genere una idea correcta o completamente errada de nosotros, tanto en lo personal como en lo profesional.

La doctora Vincenzi asegura que la vestimenta puede ser una herramienta muy poderosa en el trabajo psicológico y se han visto increíbles resultados, por ejemplo, en pacientes oncológicos cuya apariencia sufre grandes transformaciones (piensen nada más en una pañoleta en la cabeza como accesorio para esconder la pérdida de cabello o unos grandes lentes de sol para disimular la caída del vello de las cejas) e, incluso, en pacientes con demencia a quienes se les prepara un atuendo para que ellos solo lo tomen y se lo pongan como rutina.

La ciencia detrás de la primera impresión

No es necesario decir ni una palabra, a una persona le toma segundos hacerse una idea del otro tan solo con verlo. No solamente la ropa que usa, también otros factores como: la postura, si sonríe o no, entre otros. No obstante, la vestimenta es un factor importantísimo y se han realizado múltiples estudios y experimentos al respecto. Además, es algo que fácilmente se puede cambiar o modificar a nuestro favor.

Por ejemplo, en 1991, los doctores Behling y Williams hicieron un experimento social en varias escuelas de Ohio (Estados Unidos), donde a un grupo de estudiantes les pusieron un short y una franela, mientras que a otros un atuendo más formal. Tanto profesores como otros estudiantes dijeron que aquellos que estaban vestidos de forma más formal eran “más inteligentes y seguro tenían un mejor rendimiento académico”.

MAN. LOOK, MIRROR
OPOLJA | Shutterstock

No es una cuestión de género

Aunque quizá los mayores ejemplos suelen aplicarse a las mujeres, la verdad es que en los hombres también importa la vestimenta que portan (de hecho, en el experimento anterior de Behling y Williams había jóvenes de ambos sexos).

El caso de las mujeres es bien particular porque muchas veces se cae en el acoso o el abuso sexual. No es que la mujer sea culpable y en ningún momento se debe justificar la actuación de un violador por un tipo de ropa, pero lamentablemente, mientras quizá una chica cree que está dando un mensaje de “mujer independiente y moderna”, el hombre a veces lo percibe mas bien como “una chica que busca una aventura”.

Incluso, a veces pequeñas modificaciones en una pieza de ropa pueden marcar una diferencia. En un experimento realizado en el 2015 por los psicólogos Neil Howlett, Karen Pine, Ismail Orakçıoğlu y Ben Fletcher, se concluyó que el largo de la falda y hasta un botón pueden marcar una importante diferencia en cómo son percibidas las mujeres, no solo por hombres, sino incluso por otras mujeres.

Asimismo, en otro experimento realizado por Lohmus. A en el 2009, se le pidió a una mujer vestir tres atuendos -uno formal, uno casual y otro sexy- y tomarse una foto con cada uno sin cambiar la pose. Cuando lució el look sexy, sonrió pícaramente a diferencia de con los otros dos, demostrando el poder innegable que la ropa también tiene sobre nosotros.

En el caso de los hombres sucede algo similar. Howlett, Pine, Orakçıoğlu y Fletcher apuntan que cuando usan traje son percibidos como personas más inteligentes, profesionales, exitosas y confiables. Usar una sudadera para una entrevista de trabajo no comunicará tus ganas de convertirte en un potencial jefe de área.

Qué tomar en cuenta
Creo que es importante que la persona respete y honre su estilo personal, agregando siempre accesorios que hablen de su personalidad, sin embargo, adaptándolos a los distintos escenarios y respetando los códigos de ser necesarios (por ejemplo, no es lo mismo si vas a una entrevista para trabajar en un banco a si eres diseñador gráfico o de moda).
El acto de vestirse no debe ser tan automático como cepillarse los dientes. Al estar frente al clóset, es importante tomar conciencia y pensar:

  • Cómo me gustaría sentirme hoy y cómo mi atuendo podría ayudarme a lograrlo
  • A qué audiencia me dirijo y en qué tipo de escenario (voy a una reunión de trabajo, a una barbacoa, etc.)
  • Qué mensaje quiero dar
  • Qué mensaje no quiero dar
  • Qué diría mi atuendo sin yo pronunciar una palabra
  • Cómo me siento con lo que llevo puesto (por ejemplo, hay mujeres que se sienten mejor al llevar un blazer y, por tanto, tienen un mejor desempeño)
  • Qué pensaría yo si viera a otra persona vestida con lo que yo he elegido

Así que, sea prejuicio o no, lamentablemente la experiencia y los estudios señalan que es importante saber escoger bien nuestra vestimenta porque la gente asumirá cosas de nosotros sin pruebas, sólo basándose en ciertos aspectos de nuestro exterior. Y muchas veces nos será imposible saber lo que pasa por la mente del otro, así que tenemos que ser coherentes entre lo que somos (o queremos ser), decimos, hacemos y vestimos.

Y como les decía, no es que el vestido de diseñador te transformará en una profesional exitosa o que unos zapatos te harán más competente, pero tu estilo personal y tu inteligencia a la hora de escoger un atuendo puede ser la clave del éxito. Nunca olvides invertir tiempo y dedicación en ti mismo: primero porque te hará sentir mejor a ti y eso irremediablemente se refleja hacia los demás; y segundo, porque será crítico en la primera impresión que des. ¡Úsalo a tu favor!

Sé que ahora en tiempos de confinamiento la vestimenta ha variado muchísimo, pero justamente ahora que tenemos nuestra expresión facial tapada por una mascarilla, es más importante expresarnos con nuestra ropa.

Tampoco digo que te pongas tu mejor vestido cada día para trabajar en casa, pero sí es importante por ejemplo que te quites la pijama y optes por un look cómodo pero te haga sentir mentalmente que preparado lista para laborar. Ahora a muchos niños en Latinoamérica se les obliga usar en casa su uniforme para las clases online porque todavía no está permitido regresar a la escuela y son muchos los trabajadores que se visten de forma especial para las reuniones a través de zoom: una linda blusa, buenos accesorios, maquillaje y peinado…

No se trata solamente de dar una buena impresión a tu jefe, colegas y clientes, sino que afectará a tu ánimo y éste puede afectar a tu rendimiento. Como dice el dicho: “Vístete para la meta que quieras lograr”.

Let's block ads! (Why?)

Comentarios

Entradas más populares de este blog

La palabra que Juan Pablo II no entendía en Venezuela

¿Cuándo empieza una vida humana según la ciencia?

Oración a la Eucaristía, de san Carlos Borromeo