¿La pandemia ha aumentado tu fe o la de tus conciudadanos?

Es muy difícil entender las grandes situaciones que cambian la historia cuando se está viviendo dentro de ellas…, y padeciéndolas.

Hace un siglo, cuando la pandemia de la influenza mató a millones de personas (unos dicen que 50 y otros que 80 millones de seres humanos), las crónicas de la época hablaban de lo mismo que ahora: la debilidad del planeta ante un virus.

Luego, al paso del tiempo, se fueron sacando conclusiones, de lo bien o lo mal que se actuó frente a la influenza mal llamada «española». Ahora, con la aceleración de las comunicaciones y la mundialización de los asuntos privados, las conclusiones son más rápidas (lo cual no quiere decir: más certeras).

¿Creció la fe personal y nacional?

Pero algo que sí se puede, de alguna manera, “medir”, tras un año de vivir con la Covid-19, con cerca de 103 millones de contagiados y 2.3 millones de muertos en 192 países del planeta, es sí personal y grupalmente la Covid-19 ha aumentado la fe religiosa, concretamente, la fe en Dios.

El verano de 2020, cuando se vivía la primera ola de la pandemia, el Pew Research Center (PRC) realizó una encuesta en 14 países que tienen economías desarrolladas para comprobar si la pandemia había motivado un aumento de la fe religiosa en personas y en países.

Los países elegidos en esta primera encuesta –que seguramente propiciará otras– fueron: Estados Unidos, España, Italia, Canadá, Australia, Gran Bretaña, Corea del Sur, Bélgica, Holanda, Alemania, Japón, Suecia y Dinamarca.

Presencia del cristianismo

Las conclusiones del estudio indican, con claridad, que las personas y los países que están fuertemente ligados al cristianismo representan el mayor crecimiento de la fe personal y en la percepción del conjunto de la nación.

En este renglón se encuentran Estados Unidos, España e Italia. En Estados Unidos, país que ha sido el más golpeado por la Covid-19 en el mundo, la fe religiosa propia creció 28 por ciento, mismo porcentaje en que creció la fe religiosa de las personas en todo el país.

No es así el caso de España e Italia. En el primer país, la fe religiosa personal creció 16 por ciento, mientras que la del país lo hizo en 17 por ciento. Y en Italia, mientras que la fe de las personas creció 15 por ciento, la del país subió hasta 19 por ciento.

Poco crecimiento personal, mucho nacional

Caso curioso es lo que se dio en la parte baja del crecimiento de la fe personal en estos 14 países, misma que ocupan Japón, Suecia y Dinamarca.

Mientras que en Japón la fe religiosa personal y nacional creció en 5 por ciento, en Suecia la diferencia fue de 3 por ciento la personal y 15 por ciento la nacional, mientras que en Dinamarca fue de 2 por ciento la personal y 10 por ciento la del país en su conjunto.

En relación a la media general de los países encuestados por el PRC, la fe religiosa persona creció 10 por ciento, mientras que la nacional, en promedio, se elevó 15 por ciento.

En espera de otra encuesta

Ahora habrá que esperar una encuesta de esta misma naturaleza en los países con menos ingresos o mayor pobreza en el mundo, por ejemplo Brasil y México, India y Rusia, que se encuentran en los primeros lugares de la tabla de mortalidad por la Covid-19.

Seguramente en estos países, como sucede a menudo, reportan un mayor crecimiento en lo que se refiere a su fe religiosa personal y nacional.

La evidencia de esto la proporciona la misma encuesta del PRC. En ella se muestra que las personas con menor ingreso de los 14 países analizados son quienes más han aumentado su fe personal.

Una Iglesia en salida

Por ejemplo, en Estados Unidos la fe religiosa personal entre las personas de bajos recursos creció en 34 por ciento, mientras que la de quienes tienen recursos elevados creció en 22 por ciento. Una diferencia de 12 por ciento muy significativa que también fue de 12 por ciento en España y de 8 por ciento en Italia.

La Iglesia católica puede, entonces, sacar una conclusión, que es por aquella que suspiró el Papa Francisco apenas haber sido elegido hará pronto (el 13 de marzo de 2013) ocho años: “¡Cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres!”

La labor está en salida, No se podrá volver a la “normalidad”, sino que el mundo (y las personas) tendremos que salir “otras”. Lo mismo la Iglesia católica.

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