El día que Nicaragua se aglomeró para rezar por la paz

Este 28 de abril se cumplieron tres años de la gran peregrinación por la paz convocada por la Iglesia en Nicaragua en la que se oró por el fin de la represión del régimen de Daniel Ortega

Hablar de aglomeración en 2021 no suena bien. La pandemia del coronavirus ha provocado, desde el año 2020, que todo lo que tenga que ver con reuniones masivas se restringiera.

Sin embargo, en 2018, cuando nadie imaginaba lo que posteriormente sucedería con respecto al coronavirus, en países como Nicaragua hubo eventos cargados de gente y simbolismo.

En la imagen el recuerdo de un día más que especial para los fieles en el país Centroamericano. Más precisamente el 28 de abril de 2018. Ese día será recordado por una peregrinación por la paz que convocó la propia Iglesia y tuvo lugar en Managua. Se trató de un momento intenso a 11 días del estallido de la rebelión de abril y la represión desatada por el régimen de Daniel Ortega.

“Dichosos los que tienen hambre y sed de ser justos porque serán saciados”, era el lema de aquella multitudinaria convocatoria, recuerdan este 28 de abril de 2021 medios como La Prensa.

“Un inmenso mar de nicaragüenses con banderas en mano de color azul y blanco, banderas amarillas y blancas, cubrió Managua en respuesta a la convocatoria realizada por la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN)”, indica la crónica de ese medio local.

La peregrinación finalmente se dirigió hacia la Catedral Metropolitana de Managua y se caracterizó por una jornada con rezo continuo. De aquella instancia participó también el obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, Silvio José Báez, actualmente fuera del país.

Por su parte, ya en la catedral, el arzobispo de Managua, el cardenal Leopoldo Brenes, prosiguió con oraciones a la Virgen y recordó también a las víctimas de la represión policial

La foto que hizo llorar a todos

En el marco de estos recuerdos, por estos días también se cumplen tres años de un momento de suma emoción, en el marco de aquel momento cargado de convulsión en Nicaragua en 2018. En este caso, un abrazo que supo hacer llorar a todos y que tuvo de protagonista, además de Báez, al sacerdote Edwin Román.

«¡Ni un muerto más!, ¡No matarás!», eran algunas de las expresiones más escuchadas de parte de miembros de la Iglesia como la del obispo auxiliar de Managua (hoy en el exilio), Silvio José Báez, quien junto a otros caminó por las calles llevando en alto al Santísimo.

NICARAGUA

Parroquia Ntra Señora de la Asunción – Masaya / J Sandino

“Un abrazo de impotencia y coraje”

A continuación el relato en Aleteia del padre Román (el de camisa negra que abraza a Báez), una voz cargada de coraje y valentía, víctima también de constantes asedios de parte del régimen de Daniel Ortega:

“Esto fue en Masaya junio 2018. La ciudad estaba fuertemente atacada por fuerzas de la Policía y paramilitares con armas de guerra. El cardenal Leopoldo Brenes, monseñor Silvio José Báez y el nuncio (Waldemar Stanilaw Sommertag) junto con casi todos los sacerdotes de la Arquidiócesis, periodistas, organismos de Derechos Humanos entramos a Masaya para una procesión con el Santísimo que salimos del Parque central hacia el colegio salesiano situado en el barrio Monimbó.

La foto tiene lugar cuando monseñor y yo (que permanecía escondido en una casa en Managua por mi seguridad), nos vemos y en ese abrazo empezamos a llorar.  Teníamos meses de ni vernos, pero diariamente dos o tres veces nos comunicamos para tenerlo al día de lo ocurría.

El nació en esta ciudad, aquí está su familia (hoy también exiliada).  Yo soy párroco de San Miguel aquí en la ciudad.  Fue un abrazo de impotencia y coraje. Así lo defino por la barbarie que se estaba realizando en esos días. Aún persisten los encarcelamientos, injusticias, asedio y profanaciones a templos, quemas, destrucción de imágenes y -sobre todo- a la Eucaristía.

Los habitantes ese día salieron a las calles de rodillas implorando ayuda con imágenes religiosas de sus hogares, con Rosario en mano, llorando, implorando cese al fuego y dando gracias por la llegada de los obispos. Al final en el cuartel de la Policía hubo una reunión con el comisionado Avellán (un verdadero sicario), quien cedió a la petición por ese día. Lamentablemente la represión continúo dejando decenas de víctimas (aquí solo en la ciudad 55) mortales, encarcelados y exiliados”.

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