El Sistema de la Familia Interna, o cómo entenderse a uno mismo

Para que tengamos menos guerras internas y más paz interior, debemos aprender a distinguir entre diferentes partes de nosotros mismos. Cada una de ellas necesita ser escuchada y entendida

Es nuestro espacio más personal. Lo experimentamos cuando reconocemos más de un deseo y una voz a la vez en nuestro interior. Como cuando tenemos que hacemos algo, pero no podemos ponernos manos a la obra. O cuando nos enojamos con nosotros mismos. Cuando vemos series de televisión en el sofá, regañándonos a nosotros mismos al mismo tiempo porque se suponía que debíamos estar haciendo otra cosa.

Estos son los momentos en los que resulta que no podemos vernos ni describirnos de una manera simple, con un cero-uno, porque resulta que hay diferentes partes dentro de nosotros. El modelo terapéutico, llamado Sistema de la Familia Interna (IFS, por sus siglas en inglés, (Inner Family System)), ayuda a nombrarlas y comprenderlas.

Cuantas más partes de nosotros estén en conflicto, más difíciles se vuelven nuestras vidas. El conflicto interno consume mucha energía.

¿Os suena esa situación en las que tomasteis una decisión y luego luchasteis con vosotros mismos tratando de determinar si fue la correcta? ¿O tal vez estáis más cerca de posponer decisiones y dejarlas en suspensión? ¿Analizar sin fin? Similarmente agotador es «trabajar en perfeccionar el proyecto» y no poder terminarlo. Decir algo en público y luego morirse por dentro por haber sonado como un tonto.

«Guardianes»

En el Sistema de la Familia Interna, las partes que nos proporcionan más alegría se llaman «vigilantes o guardianes». Pertenecen al grupo de «críticos internos» que persiguen cada error cometido, pasado, presente y futuro. La parte «crítica», como las otras partes, surge como resultado de nuestra historia, como actitudes grabadas internamente de otras personas importantes para nosotros hacia nosotros. Por eso habla con la voz de aquellos cercanos a nosotros que nos han reprendido.

A menudo podemos reconocer fácilmente palabras, e incluso frases y dichos completos que han salido de la boca de mamá, papá y de los maestros. Puede haber frases muy hirientes, como «idiota», «nunca llegarás a nada», «eres una vergüenza», etc. El resto nos lo contamos nosotros mismos.

Richard Schwartz, el creador del IFS, hizo una premisa importante: todas las partes tienen una intención noble. El «crítico» nos echa la bronca para protegernos de los errores, por los cuales la gente ya no nos valoraría, se reiría de nosotros. Otro guardián es la ira, que se derrama sobre los demás en defensa propia cuando sospechamos de las malas intenciones. Otro guardián puede evitar que realicemos cualquier acción que conlleve un riesgo. Es posible que tengamos un guardián perfeccionista que acumule exigencias sin cesar.

La fuerza de los «guardianes» está en proteger las partes de nosotros mismos que más hayan sido lastimadas. Estas son las partes de nuestro niño (interno), las que no pudieron defenderse del desamor, las expectativas excesivas, el abandono y la violencia. Los guardianes juran por estas partes que nunca dejarán que vuelvan a lastimarse. No más vergüenza, dolor, rechazo. Sin embargo, tienen el problema de utilizar herramientas inadecuadas, primitivas o extremas. Como un martillo pesado para juntar huesos rotos. No pueden alimentar, apoyar, mostrar compasión.

«Bomberos»

Algunos de los «guardianes» Schwartz llama «bomberos». Se apresuran a ayudarnos cuando los guardianes nos han agotado tanto que no podemos seguir funcionando. Por eso, vienen con una propuesta para hacer algo para reducir la tensión que surge. Si una parte nos hace trabajar constantemente y, mientras la escuchamos, nos agotamos trabajando, otra parte nos pedirá que veamos la televisión todo el día o toda la noche.

Si una parte nos impulsa constantemente a que estemos «gordos», finalmente se activará la otra, que nos dirá que nos saltemos la dieta y nos comamos dos barras de chocolate de una sola vez.

Los bomberos aparecen también cuando hay adicciones, es decir, ideas que son claramente destructivas para nosotros. Su intención de aliviar nuestro sufrimiento es mayor cuanto más sufrimos. Cuanto más se lastiman nuestras partes del niño (interno) y cuanto más agresivas son las que las vigilan.

Para que tengamos menos guerras internas y más paz interior, debemos aprender a distinguir entre estas partes de nosotros mismos. Cada una de ellas necesita ser escuchada y entendida. Cuando dialogamos conscientemente con ellas, nos resulta más fácil elegir lo que realmente va a ayudar con las partes más frágiles de nosotros mismos. A menudo se necesita una segunda persona para esto, a veces ese alguien debería ser un terapeuta.

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