La biología molecular, la embriología médica y la genética han arrojado mucha luz para responder la antigua pregunta sobre el inicio de cada vida humana. La ciencia avala hoy que la vida empieza con la fusión del espermatozoide y el óvulo llamada fecundación (del latín, fecundare : fertilizar). El clásico manual de Langman sobre embriología, utilizado en las Facultades de Medicina para el aprendizaje del desarrollo humano inicial, explica de manera sencilla el proceso de la fecundación: “Una vez que el espermatozoide ingresa en el gameto femenino, los pronúcleos masculino y femenino entran en contacto estrecho y replican su DNA” (o ADN). Esa unión genera una nueva célula llamada cigoto. Esa nueva célula posee una identidad genética propia, diferente a la de los que le transmitieron la vida, y la capacidad de regular su propio desarrollo, el cual, si no se interrumpe, irá alcanzando cada uno de los estadios evolutivos del ser vivo hasta su muerte natural. Durante las horas que dura ...
En su vida san Carlos Borromeo se preocupó de promover tres devociones que marcaron su dimensión espiritual: la devoción al Crucifijo, a la Santísima Virgen María y a la Eucaristía. En una homilía enseñaba cuán importante es perseverar y ser asiduos en recibir la Eucaristía: “Cuando reciten el Padrenuestro, hijos, pidan que les sea dado el pan de cada día; pidan al Señor este pan, aquel que nutre su alma. Cuando comiences a recibirlo con frecuencia, lo sé, no sentirás inmediatamente los inmensos frutos que surgen de él; pero debes perseverar. Incluso aquellos que plantan un árbol, lo riegan y limpian la tierra a su alrededor, no lo ven crecer inmediatamente ni ven en seguida los frutos. Hijos, se necesita paciencia y perseverancia”. De su homilía de la solemnidad del Corpus Christi del 9 de junio de 1583, se ha extraído esta preciosa oración: Te adoramos, Hostia divina, te adoramos, Cristo, Hijo del Dios viviente, que te sacrificaste por nuestra salvación. Tú, para ofrecernos...
Ponerse en “estado de misión” es un efecto del agradecimiento, salir a compartir tu propio tesoro es posible porque antes se nos regaló El «rasgo genético más íntimo de la misión de la Iglesia es «ser obra del Espíritu Santo y no una consecuencia de nuestras reflexiones e intenciones», nos recuerda el papa Francisco. Y es que la misión de la Iglesia y la salvación de las personas no es la consecuencia de nuestras iniciativas misioneras, ni de nuestros discursos. Sucede a través del encuentro con Él, que nos llama y nos invita a comunicar esta alegría a los demás; por lo tanto, es consecuencia de gozo y gratitud . Anuncia el Evangelio quien da testimonio de la obra de Otro en su vida. “La Iglesia crece en el mundo por atracción y no por proselitismo, y si se sigue a Jesús feliz de sentirse atraído por él, los otros lo notarán» Papa Francisco Ardor, humildad, proximidad: rasgos del misionero fot. archiwum prywatne El ardor misionero nunca se puede obtener como resultado d...
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