Elecciones en Nicaragua: La Iglesia apela a las conciencias
El próximo domingo 7 de noviembre cuatro millones y medio de nicaragüenses están convocados a las urnas para elegir al presidente de la República, noventa diputados de la Asamblea Nacional y veinte miembros del Parlamento Centroamericano.
El encarcelamiento de 37 opositores al presidente Daniel Ortega (entre ellos siete precandidatos a la presidencia, acusados de lavado de dinero y de traición a la patria); la proscripción de partidos políticos; la desaparición de la prensa; y una larga cadena de posibles arbitrariedades, han puesto en tela de juicio la legitimidad de los comicios.
Dentro y fuera de Nicaragua, las maniobras de acallamiento de la oposición; el exilio forzado de miles de nicaragüenses – algunos tan reconocidos como el escritor Sergio Ramírez –; y los ataques reiterados a todos los que piensen diferente de la pareja presidencial (Ortega y su esposa, Rosario Murillo) han sido ocasión de señalamientos y condenas; desde la ONU hasta la Unión Europea, pasando por Estados Unidos y la OEA.
Las elecciones – sin oposición visible – se encaminan a un triunfo contundente de Ortega y de su partido. Esto haría que el excomandante sandinista ocupe el sillón presidencial por quinta ocasión en su vida y por tercera ocasión consecutiva; convirtiéndose en el mandatario más longevo de América Latina.
La Iglesia se dirige a la conciencia de cada nicaragüense
Una de las instituciones «preferidas» por Ortega-Murillo para sus ataques ha sido la Iglesia católica en su conjunto, y los obispos y sacerdotes de Nicaragua, en particular. Han sido llamados de todo: «golpistas», colaboradores de los intereses del extranjero y hasta «diabólicos».
Lejos de arredrarse, la Iglesia ha mantenido su cercanía con el pueblo de Nicaragua y frente al proceso electoral han recordado a los ciudadanos que
«una auténtica democracia es el resultado de la aceptación convencida de valores como la dignidad de la persona, el respeto a los derechos humanos, la búsqueda del bien común como fin y criterio regulador de la política de vida».
Mediante un comunicado, los obispos destacaron que si no hay un consenso generalizado sobre estos valores, «se pierde el sentido de la democracia y se compromete su estabilidad». E instaron a todo nicaragüense a decidir y actuar «según la inviolable dignidad de su conciencia, con libertad».
«Con el corazón de pastores caminamos entre el pueblo de Dios, experimentando las difíciles situaciones que viven los nicaragüenses. Estamos cerca de los enfermos, de las familias desintegradas por la emigración forzada; de los desempleados y de los refugiados, de los exiliados; y de los privados de libertad y de sus familias», escribieron los obispos en su comunicado
¿Ir o no a las urnas el próximo domingo?
El llamado a la conciencia y a la libertad que hicieron los obispos, tiene que ver, justamente, con la poca legitimidad que tienen unas elecciones en las que no existe oposición. Porque la que podría hacer sombra al presidente Ortega está en la cárcel, en prisión domiciliaria o en el exilio.
De ahí también que grupos de la oposición nicaragüense hayan emprendido una campaña que llama a los ciudadanos a no ir a las urnas el 7 de noviembre; bajo el estribillo musical de un videoclip que dice: «Quedémonos en casa porque nos han secuestrado nuestro derecho a elegir».
En el video se pueden observar a algunos participantes que llevan máscaras con el rostro de las víctimas de las protestas que se desataron en Nicaragua en abril de 2018; y que han dejado entre 400 y 600 muertos, miles de exiliados y varias decenas de presos políticos.
Entre los detenidos figuran periodistas, líderes campesinos, jóvenes estudiantes y amas de casa. A todos ellos se les ha calificado como «enemigos de la revolución» por parte de Ortega y de la primera dama de Nicaragua. Un viejo eslogan repetido innumerables veces por los regímenes de izquierda en América Latina.
Un panorama sombrío
Todo apunta a la tercera reelección de Ortega, quien, según la oposición, tiene en sus manos a las autoridades encargadas de vigilar las elecciones y contar los votos. Además, el régimen sandinista ha impedido la presencia de observadores internacionales en estos comicios.
Previamente, Ortega y su partido habían maniobrado para quitar todos los candados para la reelección, lo que abre paso a una presidencia vitalicia. Por lo pronto, basta decir que este hombre de 76 años ha sido presidente primero entre 1985 y 1990, luego entre 2007 y 2012, entre 2012 y 2017, y finalmente desde 2017 hasta la actualidad.
¿Seguirá siendo presidente hasta 2024 o hasta 2028?
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