Manami Ito: «Me dijeron que no tocaría el violín sin un brazo»
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El público en general conoció el talento de la japonesa Manami Ito tras su actuación musical en la ceremonia inaugural de los Juegos Paralímpicos de Tokio. Tocaba el violín con una prótesis especial en lugar de un brazo. Además, también estuvo en Tokio como atleta competidora, de hecho en el agua.
Enfermera, violinista, nadadora con un solo brazo
Un accidente de motocicleta a los 20 años. Este hecho trastocó la vida de Manami Ito que ahora tiene 36 años y es, además de todo lo demás, madre de dos niñas de 2 y 5 años.
¿Se puede considerar algo que está en nuestra contra como una oportunidad que estamos encontrando? A pesar de cierta exageración mediática, no es un acto de pura fuerza de voluntad (un optimismo obstinado) lo que transforma mágicamente las objeciones en oportunidades.
Un brazo amputado es una falta visible, una discapacidad obvia. En la historia de Manami, el punto de inflexión ocurre fuera de sus pensamientos, muy poco dispuesta a esperar:
«Pensé que me quedaría en casa el resto de mi vida – admite –. No quería que mis amigos, vecinos o cualquier otra persona vieran mi cuerpo. No quería que supieran lo que me había pasado». Fue la visión de sus padres ‘realmente desconsolados’ por su condición lo que la hizo cambiar de actitud.
«Pensé: no puedo esperar que me sonrían si yo no sonrío primero».
Uno de los días en que se cumplía su primera visita a Venezuela, el Papa Juan Pablo II recibió en la nunciatura apostólica de Caracas varias visitas. Entre ellas, la familia del cardenal Rosalio Castillo Lara, por estos días muy recordado en Venezuela pues el 4 de septiembre pasado se cumplió aniversario de su cumpleaños, santo y ordenación sacerdotal. Murió hace ahora 13 años pero sirvió en Roma, casi por 40, a tres papas y desde allá vino a su tierra, Venezuela, en la comitiva papal, acompañando al Santo Padre en 1985. La familia del cardenal Castillo es numerosa y alegre. Llegaron muy entusiasmados a saludar al pontífice. Iban sobrinos, varios de ellos casi niños aún, adolescentes algunos. Al llegar, primero saludaban al tío-cardenal, como corresponde en Venezuela, pidiendo la bendición. Es un acto reflejo en cada familia. Se pide la bendición, no sólo a los sacerdotes u obispos que encontramos en el camino. La bonita costumbre extiende esa solicitud a padres, abuelos, tíos, pad
La biología molecular, la embriología médica y la genética han arrojado mucha luz para responder la antigua pregunta sobre el inicio de cada vida humana. La ciencia avala hoy que la vida empieza con la fusión del espermatozoide y el óvulo llamada fecundación (del latín, fecundare : fertilizar). El clásico manual de Langman sobre embriología, utilizado en las Facultades de Medicina para el aprendizaje del desarrollo humano inicial, explica de manera sencilla el proceso de la fecundación: “Una vez que el espermatozoide ingresa en el gameto femenino, los pronúcleos masculino y femenino entran en contacto estrecho y replican su DNA” (o ADN). Esa unión genera una nueva célula llamada cigoto. Esa nueva célula posee una identidad genética propia, diferente a la de los que le transmitieron la vida, y la capacidad de regular su propio desarrollo, el cual, si no se interrumpe, irá alcanzando cada uno de los estadios evolutivos del ser vivo hasta su muerte natural. Durante las horas que dura
En su vida san Carlos Borromeo se preocupó de promover tres devociones que marcaron su dimensión espiritual: la devoción al Crucifijo, a la Santísima Virgen María y a la Eucaristía. En una homilía enseñaba cuán importante es perseverar y ser asiduos en recibir la Eucaristía: “Cuando reciten el Padrenuestro, hijos, pidan que les sea dado el pan de cada día; pidan al Señor este pan, aquel que nutre su alma. Cuando comiences a recibirlo con frecuencia, lo sé, no sentirás inmediatamente los inmensos frutos que surgen de él; pero debes perseverar. Incluso aquellos que plantan un árbol, lo riegan y limpian la tierra a su alrededor, no lo ven crecer inmediatamente ni ven en seguida los frutos. Hijos, se necesita paciencia y perseverancia”. De su homilía de la solemnidad del Corpus Christi del 9 de junio de 1583, se ha extraído esta preciosa oración: Te adoramos, Hostia divina, te adoramos, Cristo, Hijo del Dios viviente, que te sacrificaste por nuestra salvación. Tú, para ofrecernos
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