200,000 ladrillos hechos a mano para edificar la Iglesia en el corazón de la selva de Sudán del Sur

Además de tres iglesias ha logrado construir un gigantesco dormitorio para 170 seminaristas menores, con sus literas traídas de Uganda

El pasado 16 de noviembre, el sacerdote y misionero español Christopher Hartely, además de celebrar sus cuarenta años de ordenación, daba la buena nueva a quienes lo conocen y han colaborado en sus proyectos, de haber completado ya «tres iglesias enormes en Sudán del Sur: Naandi, Andari y Baragu».

Hartley, tan cercano a santa Teresa de Calcuta y que ha pasado por los barrios pobres de Nueva York, las plantaciones de caña en República Dominicana, el desierto de Etiopía o la selva de Sudán del Sur, ha logrado concitar el interés de muchas personas en el mundo, sobre todo de habla hispana, en los lugares en los que ha dejado huella.

Sus homilías diarias, reproducidas a través de las redes sociales, lo han hecho cercano a miles de personas y él, a su vez, ha utilizado esa penetración para apoyar los proyectos de ayuda urgente de las comunidades en las que ha servido, a través de la Fundación Misión de la Misericordia.

Además de las tres iglesias mencionadas ha logrado construir un gigantesco dormitorio para 170 seminaristas menores, con sus literas traídas de Uganda; agua corriente, baños, etcétera. También –entre muchas otras obras—ha reconstruido la escuela primaria «Santa Teresa» y la escuela secundaria «San Pedro y San Pablo» de Naandi y renovado totalmente la casa curial de la parroquia.

Por si esto fuera poco, Hartley y la comunidad de su parroquia de Naandi han logrado construir la iglesia del hospital parroquial en la que se celebra la Santa Misa todos los lunes, y reconstruir la capilla de Mupoi (la primera misión que fundaron los padres combonianos en 1912) y el dormitorio para las postulantes.

Tres años y adelante

Los logros del misionero, su comunidad y la Fundación Misión de la Misericordia han hecho que en un lapso de tres años (llegó a Sudán del Sur en verano de 2019) la fe católica reviva en un pueblo asolado por la pobreza y por la violencia. Las obras, escribe Hartley en una Carta reciente, «están ya terminadas completamente y los pagos al día».

Sin sentarse a contemplar los cosechado, el padre Christopher –como todos le conocen—va a comenzar un nuevo proyecto: «una nueva iglesia, para la gloria de Dios y la salvación y santificación de las almas: la iglesia de la nueva parroquia de Jabio, dentro del término de la parroquia de Naandi (aunque por estar tan alejada del centro parroquial, el obispo Eduardo Hiiboro Kussala, la erigió la cuasi-parroquia)».

«Cuando llegué a estos lugares recónditos de África, les hice una promesa – a modo de desafío– a estas gentes, que con tanto ardor me pedían construir una iglesia. Les dije: ‘Si la comunidad donáis el terreno y aportáis todos los ladrillos necesarios para la construcción, fabricados con vuestras manos, yo os prometo construiros la iglesia'», escribe Hartley.

Él mismo pensó en su momento que era un desafío prácticamente imposible de cumplir para gente tan pobre… «Cual no ha sido mi sorpresa al ser informado por los catequistas y el consejo parroquial, que, por fin, han logrado completar la cantidad estimada por los ingenieros: ¡200,000 ladrillos! Como lo estáis oyendo, ahí es nada, amasados y cocidos con sus propias manos… Han tardado tres años, pero lo han conseguido».

Ahora toca a la Iglesia universal responder a este bellísimo gesto de la gente pobre de Jabio. La erección de la iglesia ha sido calculada en 160,000 euros, algo poco significativo para la construcción de una iglesia en el mundo occidental, pero absolutamente imposible de conseguir mediante donativos de la gente de Sudán del Sur.

El tiempo estimado para la ejecución de la obra es de un año. Teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de los materiales de construcción vienen de Uganda.

Un aviso final

La Carta del padre Christopher termina recordando que se acerca un nuevo tiempo de Adviento y Navidad, “que manera tan bonita de colaborar a que el Niño Dios pueda nacer y quedarse para siempre en un nuevo sagrario de la tierra. Entre todos podemos hacer posible que se renueve entre nosotros el milagro más grande, que: “el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros…” (Jn 1:14) en el sagrario de la iglesia de Jabio”.

Información en: http://www.missionmercy.org/

Adblock test (Why?)

Comentarios

Entradas más populares de este blog

La palabra que Juan Pablo II no entendía en Venezuela

¿Cuándo empieza una vida humana según la ciencia?

Oración a la Eucaristía, de san Carlos Borromeo