El milagro de misericordia del que aprovecharnos
Conoce el sacramento que libera al hombre y lo crea de nuevo, lo explica el sacerdote Paweł Rytel-Andrianik
El domingo de Pentecostés se lee uno de los pasajes más hermosos del Evangelio, que nos da esperanza a cada uno de nosotros. Jesús establece el sacramento de liberación del hombre del pecado.
De nuevo les dijo Jesús: «La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo». Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar».
Con estas palabras, Jesús instituyó el sacramento de la reconciliación, que todavía hoy se celebra.
Ricardo Perna, JMJ Lisbonne 2023.
Cada uno de nosotros puede aprovechar este sacramento. Notemos dos expresiones que, en la lengua original, muestran la profundidad de estas palabras.
Una nueva creación
En primer lugar, Jesús «sopló sobre ellos». Se trata de una referencia simbólica a la descripción de la creación del hombre:
«El Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente».
El sacramento de la confesión es como una nueva creación.
En segundo lugar, la «retención de los pecados» se expresa en el Evangelio con la palabra «krateo«. Literalmente, significa «tener autoridad sobre alguien», ser retenido de hecho o mantenido en una relación de dependencia. Así, el sacramento de la reconciliación da la libertad. Libera de la dependencia del mal, libera de la prisión del pecado.
Santa Madre Teresa de Calcuta solía decir:
«En nuestro camino hacia la plenitud de la felicidad, una cosa es absolutamente esencial: la confesión. La confesión es un acto de humildad, un sacramento de amor y de perdón en el que permito que Jesús me libere de todo lo que me desintegra y me destruye».
Recuerda que Dios es el Padre misericordioso de todas las personas. Somos sus hijos y Él siempre nos perdonará, nos liberará, nos sanará, si tan sólo acudimos a Él.
Cada uno de nosotros puede beneficiarse de ese milagro de la misericordia de Dios.
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