Libertad religiosa en América Latina: Entre la embestida y la herida
Para el cristiano, sufrir y enfrentar situaciones extremas es una consecuencia lógica del deber profético de anunciar y denunciar
El tema es de alta sensibilidad, no sólo por las agresiones, ataques y atentados contra la libertad religiosa en nuestros países, sino porque quienes nos sentimos comprometidos por nuestras creencias, frecuentemente nos impulsan a involucrarnos en luchas asociadas a los derechos humanos y ciudadanos. En el mundo cristiano, eso es una consecuencia lógica del deber profético de anunciar y denunciar.
Es oportuno recordar que distintos informes hablan de 82 países peligrosos para la libertad religiosa en el mundo. En realidad, hay más de 50 millones de personas en el mundo que son perseguidas por sus creencias, cifra que ya para el 2015, según la Fundación Ayuda a la Iglesia que Sufre, había equipado el número de refugiados de la Segunda Guerra Mundial.
Pero 10 son los países, según la investigación de «Puertas Abiertas», donde el tema es más grave para los cristianos. Ellos son: Corea del Norte, Afganistán, Somalia, Libia, Pakistán, Eritrea, Yemen, Irán, Nigeria e India.
No hay viento un favor
Para el que lea crónicas provenientes de lugares como India, Nigeria, Pakistán, distintas localidades de África y Asia, fácilmente desmerece lo que ocurre por estas latitudes. La situación no es la misma. Pero América Latina está enviando mensajes de auxilio y alertas rojas desde países como Nicaragua, México y desde el siempre invariable escenario cubano que está a la raíz de tantos abusos contra la libertad religiosa en este continente y que ha hecho pupilos en Venezuela.
Pensará el lector que, ante estas realidades extremas, el resto de las naciones estamos navegando con el viento a favor. Pero no es así. Los informes registran hechos que encienden las alarmas. Y cuando esas alarmas no son escuchadas, nos vamos adentrando a túneles que no pueden tener salida. Es por ello que la libertad es un cristal muy frágil, al que hay que vigilar cada día ya cada paso para evitar que se rompa. Una vez roto, recoger los vidrios es complejo.
Comienzan por sutiles iniciativas y veladas amenazas, no siempre fácilmente identificables. Por eso, la libertad es un compromiso diario y una lucha sin tregua. Eso lo hemos aprendido, a sangre y fuego, quienes hoy nos las arreglamos para avanzar entre las arenas movidas de la autocracia y la arbitrariedad, que caracterizan el deterioro institucional y la ausencia del Estado de Derecho.
Hasta Estados Unidos es hoy motivo de real preocupación cuando recibimos constantes noticias de profanaciones, arremetidas contra iglesias y toda clase de iniciativas contra la libertad religiosa -jurídicas, académicas y fiscales-, justamente en el país de las libertades.
Informe al Congreso de EEUU
Existen algunas ONG que se ocupan de mantener un seguimiento a estas realidades. Pero también los estados, lo que es muy auspicioso a tenor de las sabias palabras del papa Juan Pablo II cuando, ante tantas delegaciones diplomáticas, insistieron -con ocasión y sin ella- en que la libertad religiosa, su respeto y reconocimiento, era la base de una paz duradera.
El Departamento de Estado de los Estados Unidos de Norteamérica acaba de hacer públicos los resultados de su informe 2022, el cual abarca el período comprendido entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de ese año.
Usualmente se nutren de los datos acumulados por sus respectivas embajadas, las cuales preparan borradores iniciales de los países fuertemente en información de funcionarios gubernamentales, grupos religiosos, organizaciones no gubernamentales, periodistas, observadores de derechos humanos, académicos, medios de comunicación.
A través de este informe anual, el Congreso conoció el panorama sobre Libertad Religiosa Internacional, el estado de la libertad religiosa en todos los países, las políticas gubernamentales que violan las creencias religiosas, las prácticas de grupos religiosos y las políticas de los Estados Unidos para promover la libertad religiosa en todo el mundo.
El palo a la lámpara
Nicaragua exhibe una verdadera barbarie de Estado contra la Iglesia institucional y la población católica en general. La pareja gobernante, tiranos de pelaje grueso, han decidido dar el palo a la lámpara y desde hace un par de años están llevando adelante una auténtica razzia contra el catolicismo.
No sólo tienen a un obispo, varios sacerdotes y laicos presos, sino que han llevado adelante acciones para desmantelar las estructuras eclesiales tomando medidas que van desde la expulsión de congregaciones religiosas, pasando por bloquear cuentas bancarias a las parroquias y retirar el título profesional a la abogada en ejercicio, defensora de monseñor Rolando Álvarez, hasta la suspensión -con énfasis en la pasada Semana Mayor- de actos religiosos de tradición en Nicaragua.
La condición, inédita en tiempos estos, de la Nicaragua de Ortega, ameritaría un tratamiento especial. Por los momentos, varios países han llamado la atención de estos reportes.
Jesuitas México
El más violento
México destaca como el país más violento para los sacerdotes en América Latina por 14º año consecutivo, reportando asesinatos de más de 39 sacerdotes en la última década. Algunas ONG dijeron que «los grupos criminales siguen señalando a sacerdotes católicos y otros líderes religiosos por condenar actividades delictivas y porque las comunidades los veían como figuras de autoridad moral».
De hecho, el obispo de San Cristóbal de Las Casas solicitó a las autoridades que cesaran la persecución, la represión y la intimidación de sus sacerdotes, tras el arresto de siete sacerdotes y representantes de la Iglesia. Sacerdotes, valga la pena puntualizar, que trabajan por la consolidación de la paz en las comunidades indígenas.
En México, si un sacerdote -que son apreciados como figuras de referencia moral- denuncia actividades delictivas, automáticamente se convierte en objetivo de los grupos criminales. Algunos, no han podido echar el cuento.
Asesinatos en Colombia
Si hablamos de Colombia, para nadie es un secreto el asesinato constante de agentes defensores de los derechos humanos y líderes religiosos que, además, sufren constantes amenazas. La misma suerte corrió monseñor Rubén Darío Jaramillo Montoya, obispo de Buenaventura, por denunciar el impacto perjudicial de los grupos armados ilegales en las comunidades. Estos grupos han impedido la realización de servicios religiosos en el norte del país debido a las amenazas proferidas.
No han faltado en ese país los actos vandálicos contra edificaciones religiosas por la postura de la Iglesia sobre el aborto. Tampoco las extorsiones por parte de armados irregulares en una zona rural donde una iglesia gestionaba un refugio para personas desplazadas que huían del conflicto.
Las voces de los párrocos
En Cuba, destacó, en el lapso, la expulsión del superior de los jesuitas de origen dominicano, pues sólo así puede llamarse la negativa a extender su visa de permanencia en la isla.
El 60% de la población cubana se identifica como católica y muchos de ellos fueron víctimas de diferentes tipos de abusos contra los derechos humanos, especialmente aquellos, sobre todo jóvenes, que participaron en las protestas el «11J» y que recibieron penas completamente injustas, además de salvajemente desproporcionadas.
La Iglesia ha estado acompañando y denunciando todo exceso de poder, especialmente a través de las voces de sus párrocos que se han comprometido de manera frontal con la defensa de la población inerme. A través de Cáritas, reúnen y distribuyen artículos de socorro, con el fin de brindar asistencia humanitaria a personas independientemente de sus creencias religiosas.
Muerte detrás de una capilla
No sólo no se quedó atrás en las consideraciones de estos informes, sino que, textualmente, dejó constar: «El régimen pondrá la ley contra el odio incluyendo figuras religiosas».
En un país donde el 96% se declara católico, no sólo un gobernador oficialista se atrevió a demandar al hoy superior de los jesuitas en Venezuela y coordinador de derechos humanos de una ONG, por difamación, tras la publicación el 14 de marzo de un informe anual sobre derechos humanos; sino que un sacerdote en el estado Barinas denunció haber recibido amenazas de muerte por trabajar en un proyecto para construir una nueva capilla.
Eso, sin mencionar que representantes del episcopado venezolano y el Consejo Evangélico de Venezuela testimoniaron que fueron objeto de acoso por leales al régimen, debido a su llamado de atención sobre la crisis humanitaria del país y su presión por una solución negociada a los problemas sociales y políticos. Es de hacer notar que la migración masiva de venezolanos que huyen de las necesidades y la inseguridad es de 7 millones desde el 2015, de un total de poco más de 20 millones de habitantes.
En Venezuela, hace semanas, el propio Nicolás Maduro anunció la disposición de su régimen para remodelar y hacer mantenimiento a las iglesias católicas y evangélicas en el país. Desde el mundo católico le sugirieron meter dinero, antes, en hospitales y escuelas, que buena falta les hace. Nuestras informaciones, en lo que respeta a los evangélicos, es que un sector afín al gobierno –que siempre los hay- está conforme, pero una gran parte de ellos se siente alejado de esa oferta y hasta ofendido por ella, considerando las inmensas y urgentes necesidades de la poblacion.
Trampas y mentiras
De manera que los recursos de estos sistemas son claros, aunque vengan camuflados de ayuda. Uno es engatusar y encandilar con ofertas engañosas que en realidad llevan un telón de fondo. Cuando ellas no funcionan, la otra opción es la fuerza y la «siembra» de delitos como en el caso de Nicaragua donde, al cerrar este informe, nos enteramos de que el cardenal arzobispo de Managua, Leopoldo Brenes, ha confirmado que las autoridades nicaragüenses lo notificaciónon de la suspensión de las cuentas realizadas a todas las diócesis del país.
La Policía divulgó en un comunicado que la intervención bancaria es parte de una investigación por supuesto lavado de dinero. Piensan que las Diócesis de la Iglesia operaban como una red de lavado de dinero, y que ya encontraron «centenares de millas de dólares, escondidos en bolsas ubicadas en instalaciones pertenecientes a Diócesis del país».
Ante estas imputaciones, Brenes salió al paso advirtiendo que las cuentas de la Iglesia están claras. «Cuando nos llamen, estaremos listos para informarles», expresó. Lo cierto es que, sin pruebas ni evidencias, todas las cuentas de la Iglesia católica en Nicaragua han sido congeladas. No obstante, el cardenal verificó que esa situación no impedirá que las parroquias del país sigan funcionando con normalidad.
Recordamos en este punto a Edwin Román, sacerdote nicaragüense asilado en Miami quien, refiriéndose al asedio del régimen de Daniel Ortega a miembros de la Iglesia, dijo a Aleteia hace un tiempo: «La dictadura caerá. Eterno es Dios».
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